Debranding

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En Agarimo Estudio hemos abordado este tema en más de una ocasión: en nuestras salas de Clubhouse y en nuestro canal de Youtube.

Si quieres escuchar nuestra opinión, puedes ir a echarles un oído 😉

¿Qué es el debranding?

Pues bien: es una tendencia huye de los logotipos e intenta identificar a la marca mediante otros elementos (como colores o tipografías) para conseguir así una marca más centrada en los clientes y el producto o servicio, y menos en la marca.

La idea es desencasillar su identidad del resto de identidades corporativas y, en algunos casos, eliminar supuestamente el logotipo de forma permanente en la marca.

¿De dónde nace el debranding?

Teóricamente el debranding nace de la necesidad de diferenciarse del gran abanico de marcas y de la pérdida de efectividad que comienza a tener la publicidad.

Así pues, las marcas que aplican el debranding han dejado de darle importancia al logotipo de la marca y se están centrando en transmitir la información que realmente puede importarle a sus clientes.

Cada vez es más difícil diferenciarse, y este movimiento rebelde permite llamar la atención, si se aplica correctamente.

¿El debranding es permanente?

En un inicio no lo era. Se trataban de estrategias de márketing temporales a través de las cuales se eliminaba el logotipo de los productos de la marca, pero ésta seguía siendo reconocible a través de otros elementos: color, tipografía, etc.

Pero es cierto que últimamente algunas marcas buscan implementarlo de forma permanente.

¿Y cómo hacen esto?

Pues creando un logo muy minimalista y, generalmente, en colores monocromo, y reduciendo su expresión y su aparición en productos al mínimo.

En su lugar, en algunos casos, lo que hacen es aumentar la información del producto.

¿Es un debranding, realmente?

No.

En Agarimo Estudio creemos que es imposible hacer un debranding permanente.

¿Por qué? Muy fácil.

Las marcas siempre comunican.

Las empresas siempre comunican.

Si eliminas la marca, solo queda la empresa.

Por otro lado el branding gestiona la marca, literalmente la marca que crea, que deja.

Gestiona su comunicación con todo lo que conlleva, visual, verbal, no verbal, de percepción… y si trabajas la comunicación ya estás trabajando el branding.

Ejemplos de debranding

Estos son algunos de los ejemplos de debranding más conocido (como campaña de marketing). Como se puede observar, son casos de debranding puntual, con una duración determinada.

Nutella: eliminó el nombre de su empresa del packaging de sus productos durante una duración determinada y lo cambió por nombres propios: Nuria, Iván…

La marca seguía siendo reconocible gracias al uso de su tipografía y colores de marca.

Coca-cola: Misma estrategia. Cambió el nombre de su marca por nombres propios de personas de forma eventual.

Campaña de marketing de debranding de Coca Cola

¿El debranding puede aplicarse a cualquier marca?

Mmmmmmmeck.

No.

Para que el debranding pueda publicarse adecuadamente, la marca debe tener un recorrido. Tener una presencia fácilmente reconocible, incluso eliminando el logotipo, y un cierto grado de posicionamiento.

De otra forma, es posible que simplemente durante la campaña confundamos a la marca o no la reconozcamos bien.

Conclusiones con mimo

Si el debranding es utilizado adecuadamente es posible que la marca se beneficie de ello.

Pero si no se aplica adecuadamente puede no generar beneficios, y hasta pérdidas.

Además de, en caso de utilizarlo en casos poco recomendables, hacer que la marca no sea reconocible… Otro de los grandes riesgos es la pérdida de personalidad de la marca.

¿Perdida de qué? De personalidad.

No olvidemos que nuestra Identidad Visual, la parte tangible de nuestra marca, es uno de los pilares en nuestra comunicación.

A través de ella comunicamos nuestra personalidad, nuestros valores.

Si dejamos de utilizarla y no contamos con otros elementos, además del logotipo, que nos haga reconocibles, pueden dejar de asociarnos con esos valores que estábamos comunicando.

Pos vaya tela… estarás pensando.

Es una estrategia, que, como todo, tiene sus pros y sus contras. Hay que saber (y poder) aplicarla.

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